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martes, 21 de junio de 2011

BAJO UNA ENCINA

Sentados bajo una encina
entre Tomillo y Romero,
una tarde de primavera
me dijiste te quiero.

Yo que nada sospechaba
del querer que te devora,
¿cómo sospechar nada
si cada vez que te miraba,
me escondías tu mirada?.

Yo que en secreto te amaba,
pobre ilusa me creía,
no ser correspondida
y en silencio yo sufría.

Yo estaba en ti y tu en mi,
y nunca nos dijimos nada,
dejando correr el tiempo,
con nuestras almas atadas.

Allá en el encinar
nos encontramos los dos,
y nuestros ojos dijeron
lo que callamos tu y yo.

A la sombra de una encina
unimos nuestro destino,
y nuestros cuerpos dijeron,
todo lo que sentimos.


ISABEL ÁLVAREZ CARRASCO